sábado, 10 de octubre de 2009

Aki Ra, una vida de pelicula

El otro día leí, tristemente, que en 2008 España había pasado a situarse en el sexto país exportador de armas del mundo, solo por detrás de EEUU, Rusia, Alemania, Francia y Reino Unido. Esto me recordó un articulo que encontré en kurioso.wordpress.com sobre un niño soldado.

El nombre del niño no se conoce, solo el apodo que le puso un periodista japones al verlo sostener una AK-47 más grande que él. El apodo que le pusieron era Aki Ra.Trabajó para 4 ejércitos distintos, colocando minas y luchando con sus pequeñas manos.

Con tan solo 8 años fue reclutado por un Jemeres Rojos y adiestrado para destruir vidas. Durante 10 años estuvo colocando minas por todo el país, siendo muy demandado en todos los frentes. Primero trabajó para los mismos que asesinaron a sus padres (los anteriormente mencionados Jemeres Rojos), en el segundo quinquenio de los 80 para el ejército vietnamita y más tarde (1989) para el de Camboya hasta la llegada del arbitraje de la ONU.

Con la llegada de esta organizacion y después de unas charlas sobre las consecuencias de la colocación de bombas fue cuando Aki Ra tomó conciencia de lo que había hecho y pensó deshacer todo el mal que había sembrado, literalmente hablando. A fecha de hoy lleva más de 50.000 minas desactivadas con sus propias manos, tan solo con la ayuda de una llave y una navaja.



Con todas las minas hizo su particular museo como forma de protesta y para que la gente conociera los peligros que entraña, convirtiéndose en un centro turístico en la zona. Debido al poco cuidado del mismo y otros problemas con las autoridades lo encarcelaran, acusado de mercado ilegal de armas de guerra y le retiraron todo el material. Curiosamente las autoridades que confiscaron todo su material abrieron un museo ‘oficial’ y paralelo en la misma ciudad de Siem Reap. En cuanto un gobierno ve algún tipo de reclamo turístico que pueda generar algo de dinero mete mano.

Os dejo el vídeo de Aki desactivado alguna de las propias minas que puso él.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

son de esas historias que no dejan indiferentes.

Jromero dijo...

Rectificar es de sabios dicen, pero más sabio es no tener que hacerlo